Corregulación antes que autorregulación

Corregulación antes que autorregulación

La corregulación es el primer paso hacia la autorregulación efectiva. Es por esto que la autorregulación no es un destino final, sino un proceso continuo de desarrollo. Como padres y cuidadores somos guías en este camino, por lo que debemos recordar que nuestro ejemplo es una de las lecciones más poderosas que podemos ofrecer.

Maira Noriega

Profesora de mediación pedagógica de Preescolar

Corregulación antes que autorregulación

Desde Preescolar hasta Semestralizado, prima la necesidad de favorecer las habilidades de los estudiantes para autorregularse. Queremos que sean autónomos e independientes para enfrentarse a los desafíos de la vida escolar y asumir las responsabilidades que tienen tanto en casa como en el Colegio. Pero, ¿qué significa que sean capaces de autorregularse? 

La autorregulación no es una sola cosa, es la habilidad que nos permite gestionar nuestros pensamientos, comportamientos y sentimientos para llevar a cabo acciones en función de lograr un objetivo. Autorregularse requiere que seamos capaces de coordinar múltiples aspectos como la atención, la memoria, la inhibición, el lenguaje, la motricidad,  y es por eso que necesita de tiempo y práctica constante, que primero se da con ayuda de los adultos y cuidadores. La corregulación se da en la medida que los niños y niñas aprenden a regularse con los demás; luego gradualmente son capaces de usar estas herramientas de regulación de manera más independiente. 

En el ámbito escolar, la corregulación es fundamental para aprender a establecer rutinas de estudio, organizar y planificar tareas escolares. También es esencial para el desarrollo de habilidades prácticas de la vida diaria como la higiene personal, la organización del tiempo y el manejo del dinero. En casa, la corregulación se manifiesta en la colaboración entre los padres de familia y sus hijos, para llevar a cabo tareas domésticas y cumplir con responsabilidades familiares. Finalmente, la corregulación emocional ayuda a los niños y niñas a manejar sus emociones de manera saludable, mientras aprenden a reconocerlas, entenderlas, nombrarlas y expresarlas por su propia cuenta. Entonces, ¿qué podemos hacer como padres y cuidadores para promover el desarrollo de la autorregulación?

    • En la vida diaria, modelar comportamientos es esencial. Somos ejemplo para ellos con nuestras acciones, mostrando cómo resolver problemas, organizarnos en casa, establecer hábitos y rutinas, manejar nuestras emociones y expresarlas de forma saludable y asertiva.
    • Fomentar la comunicación abierta es importante para promover en casa un lugar seguro para compartir, conversar y alentarlos a hablar sobre cómo se sienten frente a una situación, cómo se podría resolver mejor la próxima vez, y ofrecer apoyo cuando  sea necesario.
    • Establecer rutinas que proporcionen estructura y previsibilidad y ayude a los niños y a las niñas a sentirse seguros y tranquilos. También, establecer límites claros porque les enseña a controlar sus impulsos y comportarse en función de la situación, a entender lo que se espera de ellos en un respectivo lugar o actividad, y a quien pueden acudir en caso de necesitar ayuda.
    • Enseñar estrategias de afrontamiento implica técnicas como la respiración consciente, la visualización y el uso de objetos de contención. También es útil tener un rincón en casa dedicado a las emociones, ayudar a nombrarlas y validarlas, preguntar qué necesitan para sentirse bien, y motivarlos a encontrar soluciones por sí mismos.
    • Proporcionar oportunidades para la práctica con apoyo y orientación, pero también permitir que ellos experimenten las consecuencias de sus acciones, sientan la frustración y el fracaso, que asuman responsabilidades y tengan la posibilidad de elegir ciertas cosas de acuerdo a su edad y sus intereses.  
    • Celebrar los logros y el esfuerzo de manera explícita es clave. Reconocer los pequeños logros y ofrecer aliento, ayuda a mantener su compromiso y perseverancia, destacando lo que hicieron bien, su comportamiento adecuado, o la estrategia que usaron para manejar sus emociones.

    En resumen, la corregulación es el primer paso hacia la autorregulación efectiva. Es por esto que la autorregulación no es un destino final, sino un proceso continuo de desarrollo. Como padres y cuidadores somos guías en este camino, y por ello debemos recordar que nuestro ejemplo es una de las lecciones más poderosas que podemos ofrecer.

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    ¿Cómo hablar con los niños sobre salud mental?

    ¿Cómo hablar con los niños sobre salud mental?

    La salud mental es un aspecto fundamental que debe ser considerado y abordado de manera integral. Fomentar espacios de diálogo abierto sobre las emociones, interactuar con los hijos desde el reconocimiento de sus sentimientos y construir entornos seguros para su expresión.

    Yuliana Rodríguez

    Profesora de Mediación Pedagógica Primaria

    ¿Cómo hablar con los niños sobre salud mental?

    Probablemente todos los padres han vivido momentos con sus hijos en los que una pregunta o comentario los ha dejado sin respuesta, “bloqueados” y buscando a tientas la mejor opción. Estas situaciones pueden surgir, por ejemplo, ante preguntas o comentarios relacionados con la salud mental.  “Ansiedad”, “fobia” o “depresión” son palabras anteriormente poco utilizadas o directamente evitadas; no obstante, hoy en día forman parte de la cotidianidad y del vocabulario de nuestros niños. Por ello, es crucial mantenernos activos en la búsqueda de recursos que nos permitan saber cómo actuar y abordar el tema, cuando surja.

    La salud mental es un tema que ha cobrado relevancia en las conversaciones familiares, esto debido a aspectos como mayor acceso a la información, el uso de las redes sociales, la cobertura mediática y la reciente pandemia del COVID-19. Es notorio que el mundo se ha transformado. Las nuevas generaciones tienen unos requerimientos que demandan de los padres y adultos  habilidades e interacciones que pueden ser retadoras, pues responden a una realidad que posiblemente no esperábamos.  La psicóloga Lisa Damour explica que la pandemia dejó una sensación de angustia generalizada y fragilidad emocional en los niños, quienes requieren de adultos informados capaces de orientarlos respecto a lo que sienten y la mejor manera para expresarlo. Al respecto, más adelante se darán algunas recomendaciones para generar espacios de comunicación abierta con los niños y comprender como interviene la salud mental en el aprendizaje.

    Las estadísticas proporcionadas por organismos internacionales como la OMS y UNICEF dan a conocer la necesidad de abordar esta conversación. En 2021, la OMS estimó que alrededor de 1 de cada 5 niños y adolescentes entre 5 y 17 años experimenta algún trastorno mental, siendo los trastornos de ansiedad los más prevalentes, seguidos por la depresión. En América Latina y el Caribe, la prevalencia de la depresión en este grupo poblacional alcanzaba un 5,4%. A nivel nacional, es necesario considerar otros factores de riesgo como la baja disponibilidad de profesionales para atender estas situaciones. La asociación Colombiana de Psiquiatría menciona que en el país hay 120 psiquiatras infantiles, una cantidad muy baja para atender las necesidades de la población infantil. Lo anterior debe llevarnos a pensar que crear entornos protectores y favorecer la salud mental de nuestros niños debe ser una prioridad para las familias y que nunca es muy pronto para informarnos y saber cómo actuar. 

    En el informe “En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia” (UNICEF 2021), se sugiere abordar los temas de salud mental con los niños preguntándoles: “¿qué te preocupa?” Y a partir de ello establecer una conversación en la que la escucha activa y la validación de las emociones sean una constante. A continuación se enuncian algunas sugerencias para este momento:

    • Siempre tener presente la comunicación bidireccional; no se trata de dar una charla sobre las emociones sino de mantener un espacio de interacción donde ambas partes se sientan escuchadas y libres de expresarse. Mientras los niños están comentando cómo se sienten, evitar estar pensando en una solución o en el próximo comentario; ese momento se trata únicamente de escucharlos con apertura. 
    • Validar la emoción, es decir, permitirles sentir lo que sienten. Aunque estén transitando algo que probablemente no les gustaría que sintieran (miedo o tristeza, por ejemplo) no es recomendable minimizarlo o negarlo. En cambio, es bueno que lo expresen, poco a poco lo reconozcan y den un nombre.
    • Esforzarse por mantener la calma y comunicarse con apertura. Muchos de los padres de la actualidad no tuvieron este tipo de conversaciones con sus padres y culturalmente no estamos habituados todavía a hablar de lo que sentimos, por eso puede ser especialmente retador. Sin embargo, es fundamental que se haga un esfuerzo intencionado por conectar con las emociones propias y modelarlo para  los hijos. Los adultos en todos los casos siempre son el modelo de los niños.
    • Establecer límites. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor del libro Educar con sentido común afirma que la permisividad y la falta de límites son dos de los principales problemas en la crianza actual. Es importante tener presente que validar las emociones y escuchar no es opuesto a decir “no”, ambas cosas son fundamentales para la salud mental de los niños.
    • Compartir experiencias propias que puedan nutrir la conversación. Mostrarse ante los hijos desde la vulnerabilidad, comunicando las emociones que en ciertos momentos transitaron. También es importante usar un lenguaje acorde a la edad.

    Tener estas conversaciones con los hijos puede no ser fácil, pero es una responsabilidad que se debe asumir como padres y cuidadores. Abrir las puertas a la comunicación honesta y abierta sobre la salud mental es fundamental para crear un entorno seguro donde los niños se sientan escuchados, comprendidos y empoderados. Este aspecto guarda una estrecha relación con el aprendizaje, ya que los niños con buena salud mental poseen las herramientas y habilidades necesarias para enfocarse, regular sus emociones, desarrollar relaciones positivas y alcanzar su máximo potencial académico. 

    En definitiva, la salud mental es un aspecto fundamental que debe ser considerado y abordado de manera integral. Fomentar espacios de diálogo abierto sobre las emociones, interactuar con los hijos desde el reconocimiento de sus sentimientos y construir entornos seguros para su expresión, son acciones intencionadas que apuntan directamente al bienestar y el desarrollo pleno de nuestros niños.

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    Juego de calidad para potenciar el desarrollo infantil

    Juego de calidad para potenciar el desarrollo infantil

    Según la ciencia del desarrollo infantil la arquitectura básica del cerebro se beneficia de experiencias tempranas donde los adultos responden de una forma dirigida y significativa a las interacciones que proponen los niños y las niñas al momento de jugar.

    Mónica Sáenz

    Fonoaudióloga

    El juego es la principal ocupación del niño, es el lenguaje natural en los momentos lúdicos, es una experiencia vital que favorece el desarrollo cerebral y corporal, es una de las mejores formas para descubrir y aprender acerca del mundo físico, social y cultural.

    Jenny Rodríguez

    Terapeuta ocupacional

    Juego de calidad para potenciar el desarrollo infantil

    “Desde la infancia, el juego es una parte importante de la vida del niño. Para los bebés y los niños pequeños, las interacciones sencillas y lúdicas con los adultos ayudan a desarrollar una arquitectura cerebral sólida, los cimientos de la salud para toda la vida y los pilares de la resiliencia” (Center on the Developing Child, 2024). Es por medio del juego y las actividades lúdicas que los niños y las niñas tienen la oportunidad de practicar y reforzar importantes habilidades a nivel físico (sensaciones, movimiento y percepción), cognitivo (lenguaje, pensamiento y funciones ejecutivas), y socio afectivo; lo que en suma les ayudará a lo largo de su vida a participar de manera satisfactoria en diversas experiencias humanas, más allá de las situaciones académicas. A todo esto se agrega, que según la ciencia del desarrollo infantil la arquitectura básica del cerebro se beneficia de experiencias tempranas donde los adultos responden de una forma dirigida y significativa a las interacciones que proponen los niños y las niñas al momento de jugar. 

    Entonces, para comenzar a jugar con calidad, es necesario resolver primero la pregunta, ¿qué es el juego? El juego es la principal ocupación del niño, es el lenguaje natural en los momentos lúdicos, es una experiencia vital que favorece el desarrollo cerebral y corporal, es una de las mejores formas para descubrir y aprender acerca del mundo físico, social y cultural; el juego es acción y significado. En este sentido, el juego es una de las actividades rectoras de la infancia, que según el Ministerio de Educación Nacional (2014) ayuda a potenciar el desarrollo integral de las niñas y los niños. No obstante, es necesario ser conscientes que las horas de juego entre padres e hijos pueden ser menos hoy en día como consecuencia de las presiones de la vida moderna (Robinson, 2016).

    Teniendo en cuenta lo anterior, ¿a qué jugar entonces con los niños y niñas en etapa preescolar para potenciar su desarrollo? A continuación se presentan algunas ideas para padres, madres y cuidadores que quieren proveer experiencias de juego enriquecidas:

    • Jugar a manipular, pintar e interactuar más allá de las manos, con agua (variando su temperatura), arena, dactilopintura, masa, crema, barro y plastilina (evitar Play Doh), entre otros; o jugar a preparar un sandwich envolviendo al niño o niña en cobijas de diversas texturas y pesos, son experiencias ideales para favorecer el conocimiento de las partes del cuerpo y su función, así como para estimular la motricidad fina y aumentar la tolerancia a la textura de ciertos alimentos o tipos de tela o tejido de la ropa.
    • Montar en balancines o llantas que cuelgan, subir y deslizarse de diferentes maneras por los rodaderos, jugar en los columpios asumiendo diversas posiciones o caminar sobre caminos hechos de cojines, son juegos que favorecen las respuestas de enderezamiento y el equilibrio; además ayudan a estimular un mejor control postural.
    • Jugar a moverse y detenerse al ritmo de la música; trepar, saltar y colgarse; halar lazos o empujar pesos; jugar a las estatuas y “Simón dice”, son prácticas que ayudan al desarrollo adecuado de patrones de locomoción y manipulación, a la coordinación de los dos lados del cuerpo y a imprimir velocidad y agilidad a los movimientos. También, sirven para que los niños y niñas aprendan a resolver problemas de tipo motor.
    • Juegos mentales y de mesa según la edad, que sean estimulantes pero no demasiado frustrantes. Estos específicamente promueven el desarrollo de las Funciones Ejecutivas (memoria de trabajo, control del impulso y flexibilidad cognitiva). Algunos ejemplos de juegos pueden ser “Veo-veo”, Bingo o Continuar la historia. Para más ideas, les recomendamos consultar: https://developingchild.harvard.edu/resources/brainbuildingthroughplay/
    • Escucho/Pienso/Respondo: este juego consiste en invitar a los niños y niñas a identificar y diferenciar variados sonidos del ambiente. Ejemplo: ¿cómo suena el horno microondas?, ¿Su sonido es igual al de la licuadora? ¿El sonido de la lavadora y la licuadora son iguales?¿Qué te hace decir eso?
    • Adivina lo que oyes. Este juego consiste en decir palabras incompletas. Palabras a las que les quitamos una sílaba y se debe adivinar la palabra completa. Ejemplo: Camise…(ta) Ani…(llo) 
    • Historias “locas”. Este juego consiste en decir 3 ó 4 palabras para que los niños construyan una historia. 
    • Adivinar palabras de un cuento. Se lee un cuento en voz alta, omitiendo algunas palabras para que los niños las completen. Por ejemplo: Había una vez ______ cerditos que vivían en el _________.

    ¡A jugar todos! Una corresponsabilidad compartida entre familia y Colegio

    Al reconocer la importancia del juego en el desarrollo infantil, como reflexión final les invitamos a buscar y establecer en sus agendas tiempos de juego enriquecido con sus hijos e hijas, recuperando los juegos tradicionales, populares, de mesa y de rol (disfrazarse), que tanto pueden ayudar a establecer relaciones sólidas, desarrollar habilidades clave y reducir las fuentes de estrés para todos los que juegan.

    Lecturas sugeridas

    Center on the Developing Child (2024). Brain-Building Through Play: Activities for Infants, Toddlers, and Children. Harvard University.  Recuperado de: https://developingchild.harvard.edu/resources/brainbuildingthroughplay/

    Ministerio de Educación Nacional (2014). El juego en la educación inicial. Recuperado de: https://www.seb.gov.co/wp-content/uploads/2022/09/JUEGO-EN-LA-ED-INICIAL-22.pdf

    Robinson, Ken (2016). Los niños pasan menos tiempo al aire libre que los presos. Recuperado de: https://aprendiendoalairelibre.es/2016/08/04/los-ninos-pasan-menos-tiempo-al-aire-libre-que-los-presos/

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    Promover la gestión emocional durante la adolescencia

    Promover la gestión emocional durante la adolescencia

    En la etapa de desarrollo de la adolescencia se observa una mayor necesidad de acompañar el área emocional, ya que son muchos los cambios a nivel físico, sexual, social, moral y cognitivo.

    Stephany Arenas

    Psicóloga 1°, 2° y 3°

    Es importante tener claro lo que significa la gestión emocional. Esta es la capacidad para identificar y reconocer la propia emoción, entenderla y utilizar estrategias para expresarla de una forma apropiada, efectiva y asertiva.

    Juliana Basto

    Psicóloga 7° y 8°

    5 formas de promover la gestión emocional en sus hijos durante la adolescencia

    El rol de los cuidadores incluye muchos aspectos, como enseñar valores, rutinas, gestión emocional, disciplina, entre otros. Sin embargo, es común que para algunos sea más fácil trabajar en un área más que en otra. En la etapa de desarrollo de la adolescencia se observa una mayor necesidad de acompañar el área emocional, ya que son muchos los cambios a nivel físico, sexual, social, moral y cognitivo que impactan la forma en la que los jóvenes se relacionan con ellos mismos y con sus emociones. Es por esto que a continuación encontrarán algunas estrategias para que desde su rol como padres, acompañen a sus hijos e hijas en una mejor gestión emocional.

    Para comenzar, es importante tener claro lo que significa la gestión emocional. Esta es la capacidad para identificar y reconocer la propia emoción, entenderla y utilizar estrategias para expresarla de una forma apropiada, efectiva y asertiva. 

    En primer lugar, para lograr identificar las emociones se debe tener un conocimiento más amplio sobre los tipos de emociones que existen. Inicialmente se encuentran las emociones básicas que surgen como una respuesta primitiva e instintiva como lo son la alegría, el miedo, el asco, la tristeza y la rabia. Sin embargo, para tener una adecuada gestión de las mismas, especialmente en la adolescencia, el vocabulario emocional se vuelve más vasto cuando se logran reconocer las emociones secundarias.

    Las emociones secundarias son emociones más complejas que surgen como una reacción a las primarias; algunos ejemplos de éstas son la vergüenza, la culpa, el orgullo, el amor, la envidia, el remordimiento, entre otras. Es importante recordar que estas emociones están más influenciadas por el contexto social, cultural y personal. 

    Cabe resaltar que los jóvenes que cuentan con mayor dominio emocional logran a su vez un mejor rendimiento académico, una mayor capacidad para cuidarse a sí mismos y a los demás y tienen una menor probabilidad de recurrir a conductas de riesgo (Guerrero, 2018). Adicionalmente, la gestión emocional en la adolescencia promueve el adecuado desarrollo de la resiliencia.

    A continuación compartimos algunas estrategias para apoyar la gestión emocional de sus hijos e hijas. 

    • Los padres, madres y demás cuidadores de sus hijos/as son sus modelos, por lo cual se recomienda propiciar espacios en casa en los que se hable abiertamente de las emociones. Este ejercicio se puede iniciar hablando desde la emoción propia. Por ejemplo, cuando no estén teniendo un buen día y se sientan tristes o frustrados, bien sea por trabajo o asuntos personales, compártanlo verbalmente, sin necesidad de dar muchos detalles o involucrar al adolescente en problemas de adultos. Esto permitirá que su hijo/a reconozca con mayor facilidad en sí mismo/a dicha emoción. 
    • En estos espacios es vital no juzgar lo que sus hijos/as expresen, y mostrar una actitud de escucha activa, mientras les brindan su total atención, lejos de posibles distractores, como lo puede ser el celular; no los interrumpan ni traten de brindarles soluciones inmediatas.
    • Como padres, deben validar lo que están sintiendo sus hijos/as, incluso si sus acciones no han sido las adecuadas. Por ejemplo, si su hijo/a les cuenta que le pusieron una instancia de reflexión en una situación en la que se sintió muy frustrado/a, como adultos pueden validar dicha emoción sin avalar la falta que cometió. 
    • Brindar distintas formas de responder de manera asertiva a dicha emoción expresada. Por ejemplo, si al llamarle la atención a su hijo/a, éste responde de manera verbal o no verbal, de forma grosera, propóngale tomar un tiempo fuera antes de continuar la conversación, realizar un ejercicio de respiración profunda o tomar un vaso de agua, esto con el fin de lograr una regulación fisiológica que ayudará posteriormente a su regulación emocional.
    • Poner en práctica las estrategias pactadas con sus hijos/as antes de verse enfrentados/as a situaciones que lo requieran. El uso constante de estas contribuye a que se vuelvan un hábito para gestionar sus emociones, incluso en momentos de gran intensidad (Damour, 2023).

    Cabe resaltar que acompañar la gestión emocional de sus hijos/as es un proceso y así como habrá momentos en los que se logre de forma adecuada, habrá otros en los que sea más complejo lograr el acompañamiento. Lo más importante es tener en cuenta que el trabajo consistente y constante de la gestión emocional rendirá frutos a largo plazo. 

    Lecturas sugeridas

    Damour, L. (2023). The emotional lives of teenagers: Raising connected, capable and compassionate adolescents. Atlantic Books.

    Guerrero, R. (2018). Educación Emocional y Apego: Pautas prácticas para gestionar las emociones en casa y en el aula. Grupo planeta.

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    El poder de la empatía

    El poder de la empatía

    La empatía como el aceptar la diferencia, reconocer, valorar y respetar al otro, son habilidades que debemos desarrollar con todas las personas que nos rodean, sin importar el contexto, situación o momento de vida en que nos encontremos.

    Sara González

    Profesora de Mediación Pedagógica

    El poder de la empatía

    Durante años hemos escuchado lo importante que es “ponernos en los zapatos del otro”, y cómo esto nos ayuda a tener mejores relaciones interpersonales, pero la empatía va mucho más allá de eso. Ésta nos permite ser más resilientes y tolerantes, a manejar y resolver conflictos, y a generar conexiones y relaciones reales, sanas, positivas y auténticas. 

    La empatía es una habilidad que nos permite comprender los sentimientos, emociones y situaciones de los demás; sin embargo, cuando realmente logramos tener empatía, entendemos todos los aspectos del otro, llegando a reconocer quién es, qué piensa y siente diferente a mí y, por lo tanto, valido sin juzgar y no trato de cambiar su perspectiva. Es así que llegamos a considerar que la empatía no es solamente una habilidad emocional, sino un pilar esencial para criar y educar personas comprensivas y sensibles a su entorno, el cual está cada vez más interconectado. 

    Como hemos dicho anteriormente, la empatía nos permite tener buenas interacciones y relaciones interpersonales y, siendo seres sociales, es importante que esto suceda para tener un buen crecimiento, salud (física y emocional) y desarrollo psico-socioemocional. Pero, ¿es posible trabajar y desarrollar esta habilidad?

    Hay herramientas y estrategias para construir y trabajar la empatía, incluso y más importante desde la infancia. Acá vamos a compartir 6 elementos y/o estrategias básicas para desarrollar la empatía:

    • Apertura y curiosidad: reconocer, validar, interesarme y preocuparme por el otro. Igualmente, abrirme y compartir experiencias, emociones y pensamientos, entendiendo que todos somos distintos.
    • Comunicación asertiva: implica tener apertura, prestar atención e interés para que las personas implicadas se sientan comprendidas y escuchadas. Para esto es importante: llegar a acuerdos, honestidad, respeto, generar conversaciones donde todos participen y disposición. 
    • Conciencia del lenguaje verbal y no verbal: no todos nos comunicamos de la misma manera y por esto es importante conocer la forma en que me comunico y reconocer qué tanto mis palabras, como mi cuerpo y acciones, expresan y comunican externamente mi mundo interior. 
    • Valores compartidos: sin importar el tipo de relación que tenemos con el otro, es esencial compartir valores, ideas o creencias, pues estas permiten generar conexión, comprensión y entender diferencias. 
    • Confianza: aunque la confianza es una característica que se va construyendo y fortaleciendo con el tiempo y con experiencias, es importante creer que los demás tienen buenas intenciones, al igual que debo demostrar seguridad y bondad. Todo esto se da con: buenas acciones, apoyo, constancia, pidiendo perdón cuando debo y manteniendo mis promesas y compromisos. 
    • No juzgar: cuando juzgamos generamos juicios de valor y opiniones acerca de una persona, de manera definitiva. Por esto es importante que en nuestras relaciones busquemos la manera de apoyar de manera positiva, comprender y estar para el otro, sin necesidad de juzgarlo. Para esto debo: preocuparme por los demás, trabajar en mí, vivir en el presente y tratar al otro como me gustaría que me trataran a mí.
    • Límites: sin importar el tipo de relación que tenemos, es necesario delimitar nuestras expectativas, lo que necesitamos, queremos y permitimos del y con el otro. Esto se hace de manera directa y con una comunicación asertiva para dar a conocer los límites tanto míos como de los demás. 

    Todas estas son herramientas que deben trabajarse con los niños y niñas durante su desarrollo y crecimiento. Para esto es importante mencionarlas y explicarlas abierta y explícitamente, pero la forma en que nos comportamos y damos ejemplo, es esencial. No solo como padres o profesores, es necesario que como adultos sigamos practicando y fortaleciendo estas estrategias y por ende modelando el comportamiento y las habilidades que nos permiten tener buen relacionamiento. 

    Finalmente, hay que dejar claro que tanto la empatía como el aceptar la diferencia, reconocer, valorar y respetar al otro, son habilidades que debemos desarrollar con todas las personas que nos rodean, sin importar el contexto, situación o momento de vida en que nos encontremos. Las relaciones son un eje central de nuestra vida y nuestro bienestar que, si trabajamos y desarrollamos desde edades tempranas, nos van a permitirnos tener un mejor desarrollo socioemocional a lo largo de nuestra vida.

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    Hablemos de salud mental en la adolescencia

    Hablemos de salud mental en la adolescencia

    Cuando aparecen emociones que no se gestionan de manera oportuna, estas pueden llevar a desarrollar diversos trastornos mentales.

    Juanita Burgos

    Psicóloga Semestralizado

    En caso de percibir cambios, se debe intentar dialogar y/o buscar ayuda profesional dentro o fuera del Colegio.

    Carolina Gutiérrez

    Psicóloga Básica

    Hablemos de salud mental en la adolescencia

    La adolescencia es una etapa que marca una pauta importante en los futuros adultos que serán nuestros jóvenes y en la manera en la que enfrentarán los retos a los que se verán expuestos. Por esto, se hace necesario entablar un diálogo entre colegio y familia para establecer estrategias preventivas de manera conjunta, que posibiliten minimizar los riesgos y así promover el desarrollo de una salud mental adecuada.

    Como primera medida, adoptamos el concepto propuesto por la OMS sobre salud mental, entendida como el equilibrio entre factores sociales, ambientales, biológicos y psicológicos que se reflejan en el desarrollo de recursos personales y la adecuada interacción con los otros.

    Ahora bien, cuando ese equilibrio que da soporte a la salud mental pierde el balance por situaciones de crisis, bien sea por factores internos o externos, es probable que aparezcan emociones que, de no gestionarse de manera oportuna, pueden llevar a desarrollar diversos trastornos mentales. Los trastornos mentales más frecuentes entre los adolescentes son: depresión, ansiedad, aislamiento social y trastornos alimenticios.

    Estos trastornos se asocian a diferentes factores de riesgo que pueden verse intensificados por hábitos que impactan la salud mental y física, como: el consumo de alcohol, el uso de sustancias psicoactivas (incluyendo el uso de vapeadores) y el uso excesivo de dispositivos electrónicos, los cuales pueden derivar en autolesiones, episodios de pánico, ideación y/o intento suicida.

    Con base en esta información, se recomienda prestar atención a cambios repentinos en el comportamiento, como: dificultades para dormir, cambios en el apetito, cambios drásticos de humor, retraimiento social, bajo rendimiento escolar repentino y pérdida de amigos o evitar ciertas situaciones sociales. En caso de percibir estos cambios, se debe intentar dialogar y/o buscar ayuda profesional dentro o fuera del colegio. 

    Desde casa, y como recursos que pueden ayudar a mitigar la aparición de situaciones que afecten la salud mental de nuestros estudiantes, se sugiere:

    • Mantener horarios y rutinas claras para el desarrollo de actividades de autocuidado como alimentación, higiene, tareas domésticas, tiempo de ocio, actividades escolares y tiempo de sueño.
    • Seguir una alimentación saludable y variada, en pro de generar hábitos adecuados.
    • Promover espacios de recreación y deporte.
    • Establecer y discutir políticas familiares claras en torno a uso de dispositivos electrónicos y consumo de sustancias psicoactivas. 
    • Tener una relación cercana con los hijos/as, manteniendo una comunicación abierta, de confianza y seguridad.

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