Cuando la Ira Toma el Control: Abordando la agresividad en la infancia

Cuando la Ira Toma el Control: Abordando la agresividad en la infancia

Entender que estas conductas son comunes en esta etapa no implica que los adultos deban permanecer pasivos. Por el contrario, es fundamental enseñar formas más adecuadas de conseguir lo que desean y dejar claro que la agresión no es aceptable en ninguna circunstancia.

María Fernanda Perdomo

Psicóloga Preescolar - Departamento de Acompañamiento Estudiantil (DAE)

Cuando la ira toma el control: abordando la agresividad en la infancia

Los comportamientos agresivos forman parte del repertorio de conductas previsibles en la infancia. En los primeros años de vida, estas reacciones no buscan causar daño a otros, sino obtener algo deseado. Suelen manifestarse como respuestas ante situaciones que generan sentimientos de fragilidad o inseguridad.

Los problemas de ira en los más pequeños suelen presentarse porque aún no saben manejar la frustración u otros sentimientos incómodos. Tampoco han desarrollado las habilidades necesarias para resolver conflictos sin enojarse y, en algunos casos, reproducen formas de interacción aprendidas. Ante la falta de recursos, por ejemplo, un empujón puede convertirse en una forma de acceder al columpio, o un tirón de pelo en un medio para recuperar un juguete. Entender que estas conductas son comunes en esta etapa no implica que los adultos deban permanecer pasivos. Por el contrario, es fundamental enseñar formas más adecuadas de conseguir lo que desean y dejar claro que la agresión no es aceptable en ninguna circunstancia.

Cuando el comportamiento de un menor está fuera de control o genera problemas significativos, resulta importante establecer una relación estructurada, con respuestas calmadas y consistentes por parte de sus padres o cuidadores. Es más efectivo reforzar de manera positiva las conductas deseadas y enseñar alternativas en lugar de limitarse a decir: “No hagas eso”. Por ejemplo, se les puede sugerir que, al sentirse enojados, expresen lo que piensan con palabras.

Se recomienda supervisar con atención las interacciones con otros menores. Si el conflicto es leve, es mejor permitir que lo resuelvan por sí mismos. Sin embargo, es necesario intervenir si la pelea es física, persiste tras pedirles que se detengan, o si alguno pierde el control y agrede a otro. En estos casos, es conveniente separar a los involucrados hasta que se tranquilicen. Si la situación se torna demasiado violenta, puede ser necesario dar por terminada la sesión de juego, dejando claro que no importa quién “inició” el conflicto, ya que intentar lastimar a alguien no tiene justificación.

Es importante enseñarles a usar su “gran voz” para decir con firmeza: “No me hagas eso, ¡para!”, dar la espalda o buscar un acuerdo en lugar de recurrir a la agresión física. Asimismo, es fundamental felicitar cuando se adopten estas estrategias y destacar cómo se están comportando de manera madura. Reforzar y elogiar las conductas positivas, especialmente cuando demuestran amabilidad, resulta esencial. Aunque los episodios de agresividad son comunes en la infancia, es necesario intervenir si estas conductas persisten o si existe dificultad para controlar el temperamento, ya que podrían afectar la socialización futura.

En el entorno escolar, la socialización adquiere mayor importancia, ya que representa uno de los primeros espacios en la vida del menor fuera del hogar. Los educadores trabajan tanto en grupo como de forma individual para reforzar conductas positivas aprendidas en casa y modificar otras, mediante recompensas o desaprobaciones. La agresividad, entendida como un estado emocional, puede surgir de manera involuntaria como una reacción frente a amenazas. Sin embargo, también puede fomentarse desde las normas familiares, ya que los padres, a menudo sin ser conscientes, actúan como modelos de estas conductas, por ejemplo, cuando recurren al castigo físico. 

En general, se refuerza más la agresividad en los hombres que en las mujeres.Por otro lado, los medios de comunicación también influyen en la aceptación de la conducta agresiva. En muchas películas, el “héroe” suele ser aquel que utiliza la fuerza física o la violencia, en lugar de quien posee mayor capacidad de diálogo, reforzando así la idea de que la agresión es una forma válida de resolver conflictos.

    Actividades para trabajar este estado emocional/comportamiento en casa:

    Para aprender a gestionar la agresividad el acompañamiento de los adultos es clave. A continuación les presentamos algunas actividades para identificar cómo funciona el enojo, debido a que la agresión suele ser una respuesta conductual a esta emoción. 

    • ¿Qué causa el enojo?

    Sentir rabia es algo natural en todas las personas, a los papás, profesoras y amigos también les pasa. Te voy a mostrar algunas situaciones en las que yo me he sentido enojado o enojada y tú me dices qué situación te hace enojar a ti. Yo te digo una y tú me dices una. 

    Nota: lo ideal es que escriban esta actividad para poder retomarla más adelante

    Actividad: ¿Qué me hace enojar?

    • El enojo viene en distintos tamaños:

    Como todas las emociones, el enojo viene en distintos tamaños. Lo que a ti te hace enojar un poquito puede que a otra persona la haga enojar mucho. Es por esto, que es importante que aprendamos cómo nombrar los distintos tamaños de nuestro enojo. Te voy a mostrar una lista de emociones, todas estas describen distintos tamaños de enojo. Vamos a leerlas, reconocerlas y luego hacemos un juego.

    Actividad: Lista de emocionessopa de letras.

    • Atrapa tu pensamiento:

    Todos tenemos distintos tipos de pensamientos, cuando nos enfocamos en el enojo es importante que aprendamos a ver qué pensamientos hacen que el enojo se vuelva más grande. Cuando nos quedamos pensando en lo que nos hizo enojar sólo nos sentimos más enojados. Hagamos un juego en el que vamos a circular qué palabras hacen que el enojo crezca y sea más grande. Con otro color encierra las que pueden hacer que sea más pequeño.

    Actividad: Lista de palabras.

    • Cambia lo que sientes:

    Como cambiar lo que pensamos nos ayuda a cambiar lo que sentimos vamos a colgar en tu cuarto cuatro pasos que podemos hacer para sentirnos menos enojados.

    Avtividad: Estrategia 1Estrategia 2Estrategia 3Estrategia 4

      Es importante enseñarles a usar su “gran voz” para decir con firmeza: “No me hagas eso, para”, dar la espalda o buscar un acuerdo en lugar de recurrir a la agresión física. Asimismo, es fundamental felicitar cuando se adopten estas estrategias y destacar cómo se están comportando de manera madura.

      Stephany Arenas

      Psicóloga 1°, 2° y 3° - Departamento de Acompañamiento Estudiantil (DAE)

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      La alimentación en los niños es una actividad que potencia su desarrollo

      La alimentación en los niños es una actividad que potencia su desarrollo

      Cada experiencia en casa y en el colegio cuenta para el desarrollo integral de los niños y niñas en sus diferentes etapas del crecimiento.

      Jenny Rodríguez

      Terapeuta ocupacional Área de Desarrollo

      La alimentación en los niños es una actividad que potencia su desarrollo

      Alimentarse no solo nutre el cuerpo, también es clave para el desarrollo del habla, la motricidad fina y la autonomía. Masticar alimentos sólidos fortalece los músculos que intervienen en la pronunciación, mientras que una dieta variada promueve un cerebro sano y facilita el aprendizaje. Por otro lado, aprender a comer solos impulsa la motricidad fina y hábitos esenciales como usar cubiertos y servilleta. 

      Por el contrario, una alimentación limitada o basada solo en papillas o menús restringidos puede retrasar estos procesos. Por eso, cada experiencia en casa y en el colegio cuenta para el desarrollo integral de los niños y niñas en sus diferentes etapas del crecimiento.

      A continuación, les compartimos algunas recomendaciones para hacer de esta actividad diaria una experiencia enriquecedora.

        • Explorar nuevas texturas: ofrecer a tu hijo alimentos con diferentes texturas para que estimule sus sentidos y fortalezca los músculos de su boca. Si le cuesta probar cosas nuevas, primero se puede empezar con lo que le gusta y con el tiempo, se añaden pequeñas porciones de alimentos nuevos. La paciencia es clave.
        • Cocinar en familia: invitar a tu hijo a participar en la preparación de las comidas fomenta su autonomía y curiosidad por los alimentos.
        • Comparar sabores: animar a tu hijo a describir los sabores que percibe al probar diferentes alimentos.
        • Hablar sobre sus gustos: conversar acerca de sus alimentos favoritos y los que no le gustan ayuda a desarrollar un vínculo positivo con la comida y a entender sus preferencias.
        • Fomentar una masticación segura: es muy importante asegurarse que cierre bien los labios al masticar y que ingiera los alimentos antes de hablar o salir corriendo para evitar accidentes.
        • Facilitar el uso de cubiertos: usar cubiertos pequeños al inicio y modelar su uso correcto es muy importante. Reforzar estas habilidades con actividades lúdicas como cortar o perforar con cubiertos de juego es una estrategia muy útil.

          Finalmente, no olvidemos que la alimentación es una oportunidad para fomentar el desarrollo integral de los niños. Desde el Colegio, nosotros vemos la importancia de  ofrecer una variedad de alimentos, alentar la exploración sensorial y proporcionar un ambiente positivo durante las comidas, así contribuímos en el crecimiento físico, cognitivo y emocional de nuestros estudiantes. Desde casa, estas habilidades se potencian y además, el vínculo familiar refuerza la confianza y las relaciones sanas.

          Vemos la importancia de  ofrecer una variedad de alimentos, alentar la exploración sensorial y proporcionar un ambiente positivo durante las comidas.

          Mónica Sáenz

          Fonoaudióloga Área de Desarrollo

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          Apoyar la resolución de conflictos desde casa

          Apoyar la resolución de conflictos desde casa

          Al colaborar, padres de familia e hijos pueden enfrentar los desafíos de la convivencia escolar con mayor seguridad y madurez, mientras fortalecen su capacidad de vivir en comunidad, con respeto y comprensión mutua.

          Juan Felipe Cortés

          Coordinador de Mediación Pedagógica

          Apoyar la resolución de conflictos desde casa

          Es la tarde y tu hijo llega a casa con una expresión de frustración. Mientras comparten un momento juntos, te cuenta: “Hoy en el recreo, Juan y yo discutimos porque no quería que jugáramos mi juego y me sentí muy mal.” Ante sus palabras, sientes la necesidad de intervenir, pero también comprendes que es un momento importante para que él aprenda a manejar los desafíos sociales que forman parte de su vida escolar.

          Es natural que los conflictos entre compañeros surjan durante la infancia y la adolescencia. Estas situaciones, aunque a veces incómodas, son una parte esencial del desarrollo de habilidades sociales y emocionales. Resolver conflictos permite a los niños aprender a comunicarse, expresar sus emociones y comprender las perspectivas de los demás. 

          Como padres, hay maneras en las que pueden apoyar este aprendizaje desde casa. Estos son algunos consejos prácticos para ayudar a sus hijos a gestionar y resolver conflictos de forma respetuosa y efectiva. Estos pasos no sólo fortalecerán sus habilidades de resolución de problemas, sino que también les permitirán crecer como personas más empáticas y capaces de colaborar en comunidad.

          • Escucha activa: Permita que su hijo cuente su versión de los hechos sin interrupciones, manteniendo contacto visual y mostrando un lenguaje corporal abierto. Este tipo de escucha no solo refuerza la confianza de su hijo en que sus preocupaciones son importantes para usted, sino que también le ayuda a ordenar sus pensamientos y emociones. Es fundamental que sienta que su voz es escuchada sin juicios ni soluciones inmediatas, para que pueda expresarse con libertad.

          • Validar sus emociones: Reafirme que es completamente normal sentir emociones como frustración, tristeza o enojo en situaciones de conflicto. Puede decir frases como “entiendo que te sientas así, es normal en estas circunstancias” o “sé que esto puede ser difícil de manejar”. Validar sus emociones le permite reconocer y aceptar sus sentimientos, un paso crucial en el proceso de autorregulación emocional. Esto también fortalece su autoestima al sentir que sus emociones son comprendidas y respetadas.

          • Haga preguntas reflexivas: Utilice preguntas abiertas para ayudar a su hijo a analizar la situación y considerar diferentes perspectivas. Preguntas como “¿qué crees que podrías hacer la próxima vez?” o “¿cómo crees que se sintió la otra persona?” lo invitan a pensar de manera crítica y ponerse en el lugar del otro. Estas preguntas fomentan el desarrollo de habilidades de resolución de problemas y le ayudan a ver más allá de su propia perspectiva, promoviendo la empatía y la comprensión de la complejidad de las relaciones interpersonales.

          • Ayude a identificar soluciones: Anime a su hijo a explorar posibles formas de resolver el conflicto por sí mismo. Puede guiarlo con frases como “¿qué crees que pasaría si hablaras con tu compañero sobre esto?” o “¿cómo podrías hacer para que ambos se sientan mejor?”. Esta práctica no solo le ayuda a encontrar respuestas más efectivas, sino que también le da herramientas para manejar futuros conflictos de manera más independiente y autónoma. La habilidad de identificar soluciones refuerza la confianza en sí mismo y le enseña que los problemas tienen más de una solución posible.

          • Modelar la resolución de conflictos: Los niños aprenden observando a los adultos que los rodean. Muestre cómo gestiona sus propios conflictos de manera respetuosa y con empatía, explicando los procesos de pensamiento en voz alta cuando sea posible. Por ejemplo, si tiene un desacuerdo en casa, use frases como “vamos a calmarnos y hablar sobre esto” o “quiero escuchar lo que tienes que decir antes de responder”. Este modelo proporciona un ejemplo práctico y real de cómo manejar las diferencias con calma y respeto.

          • Contactar al director de grupo si es reiterativo: Si nota que el conflicto se repite y las estrategias anteriores no son suficientes, es importante que se comunique con el director de grupo. Esta persona tiene un conocimiento profundo del entorno escolar y de las dinámicas entre los estudiantes, lo que le permite mediar en tiempo real y abordar la situación de manera efectiva. Al involucrar al director de grupo, ayuda a garantizar que su hijo y sus compañeros reciban el apoyo necesario para encontrar una solución justa y eficiente.

          La resolución de conflictos es una habilidad fundamental tanto para los estudiantes como para los padres. Para niños, niñas y adolescentes, aprender a gestionar y resolver desacuerdos de manera respetuosa les brinda herramientas esenciales para su desarrollo emocional y social. Por otro lado, para las familias, acompañar a sus hijos en este proceso mediante guía y empatía fortalece los vínculos y promueve un ambiente de confianza. Al colaborar, padres de familia e hijos pueden enfrentar los desafíos de la convivencia escolar con mayor seguridad y madurez, mientras fortalecen su capacidad de vivir en comunidad, con respeto y comprensión mutua.

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          ¿Cómo manejar la irritabilidad de los hijos?

          ¿Cómo manejar la irritabilidad de los hijos?

          Empecemos por nuestra propia gestión emocional, al ver estas reacciones en los hijos se puede  sentir rabia, desagrado, impotencia… paremos un segundo antes de reaccionar

          Carolina Rodríguez

          Psicóloga 4° y 5°

          ¿Cómo manejar la irritabilidad de los hijos?

          La etapa de la adolescencia es un período de grandes transformaciones. Los cambios físicos y emocionales que atraviesan pueden generar reacciones que, como adultos, a veces nos resultan difíciles de comprender. Sin embargo, más que enfocarnos en los desafíos, este es un momento clave para construir relaciones basadas en el respeto, la paciencia y el entendimiento mutuo. Este texto busca ofrecer estrategias para abordar las emociones de tus hijos desde una perspectiva empática, promoviendo la autorregulación y fortaleciendo los vínculos familiares.

          Algunas veces los preadolescentes y adolescentes pueden reaccionar de maneras inasertivas como contestar de manera desafiante, voltear los ojos, enojarse con facilidad y ser sarcásticos, entre otros comportamientos. Como adultos queremos guiar y promover un cambio en estas actitudes, sin afectar la relación de confianza.

          Autorregulación

          Empecemos por nuestra propia gestión emocional, al ver estas reacciones en los hijos se puede  sentir rabia, desagrado, impotencia… paremos un segundo antes de reaccionar:

            Identifique lo que más le funciona

            • Tomar un respiro hondo.
            • Salir un momento de la situación y volver con más calma: Se puede verbalizar con los hijos aclarando que se retomará la conversación cuando ambas partes estén con mayor disposición.
            • Hacer un ejercicio de respiración o mindfulness, como concentrarse en el momento presente, pensar cinco cosas que ve, cuatro cosas que escuche, tres cosas que se siente en el cuerpo, dos que huele y una que saboree.
            • No siempre es personal: Recuerde que en estas etapas los cambios cerebrales y hormonales generan en los adolescentes altibajos emocionales, puede que su reacción no esté asociada a la situación que se está presentando en ese momento.
            • Recuerde que usted es el modelo a seguir, la manera en la que se retoman las conversaciones, cómo se responde y el lenguaje no verbal, puede definir la manera en la que los adolescentes reaccionan.

            Revise el porqué de su conducta

            Todas las reacciones tienen una razón de ser, si nos paramos a pensar o averiguar el trasfondo de lo que observamos, podemos acompañar mejor la situación. ¿Por qué podría estar reaccionando así?

            Cambiar frases y pensamientos como estos…

            1. “Mi hijo es muy desafiante”
            2. “No se va a salir con la suya”
            3. “Voy a castigarlo y quitarle el celular”

            Por esto….

            1. Voy a preguntarle ¿cómo se siente hoy o por qué actúa así?
            2. Acercarse a hablar con él o ella y realizar una retroalimentación de su comportamiento. “Tu expresión me hace dar cuenta que estás molesto/a ¿Me quieres contar realmente qué está pasando?”
            3. Aplicar la consecuencia natural de la acción. Por ejemplo: Mi hijo/a no quiere hacer la tarea. La consecuencia natural puede ser que su tiempo de ocio esté limitado, ya que no puede acceder a esto hasta terminar sus deberes.
            Corregulación:

            Las reacciones que vienen de la irritabilidad pueden tener que ver con una dificultad en la autorregulación de los adolescentes. En vez de enfrascarse en lo que está haciendo mal eladolescente, ayúdele a aprender a reaccionar ante su frustración,estrés, irritabilidad o rabia.

            Es lo mismo que se mencionó en la autorregulación, pero enfocado al adolescente:

            • Ofrecerle alternativas: “¿Quieres ir al baño y echarte agua en la cara, o tomar respiros profundos y hablar del tema?”
            • Preguntarle qué le ha funcionado para volver a la calma o qué cree que le puede funcionar en ese momento.
            • Primero ayude al adolescente a volver a la calma, escuche la explicación, luego sí aplique la consecuencia, la reflexión o la reparación.
            • Validar la emoción más no la acción: “Entiendo que te sientas frustrado, pero la manera en la que reaccionaste fue irrespetuosa, ¿Cómo pudiste haber reaccionado distinto?”

            Si bien estas son algunas de las estrategias que pueden funcionar para el manejo de la frustración en los adolescentes, estos son retos que surgen en el día a día en la crianza, los invitamos a conocer las reacciones de sus hijos y encontrar las estrategias  funcionen mejor en casa desde el respeto, el amor y la comunicación asertiva.

            Todas las reacciones tienen una razón de ser, si nos paramos a pensar o averiguar el trasfondo de lo que observamos, podemos acompañar mejor la situación. ¿Por qué podría estar reaccionando así?

            Carolina Gutiérrez

            Psicóloga 6° y 7°

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            Corregulación antes que autorregulación

            Corregulación antes que autorregulación

            La corregulación es el primer paso hacia la autorregulación efectiva. Es por esto que la autorregulación no es un destino final, sino un proceso continuo de desarrollo. Como padres y cuidadores somos guías en este camino, por lo que debemos recordar que nuestro ejemplo es una de las lecciones más poderosas que podemos ofrecer.

            Maira Noriega

            Profesora de mediación pedagógica de Preescolar

            Corregulación antes que autorregulación

            Desde Preescolar hasta Semestralizado, prima la necesidad de favorecer las habilidades de los estudiantes para autorregularse. Queremos que sean autónomos e independientes para enfrentarse a los desafíos de la vida escolar y asumir las responsabilidades que tienen tanto en casa como en el Colegio. Pero, ¿qué significa que sean capaces de autorregularse? 

            La autorregulación no es una sola cosa, es la habilidad que nos permite gestionar nuestros pensamientos, comportamientos y sentimientos para llevar a cabo acciones en función de lograr un objetivo. Autorregularse requiere que seamos capaces de coordinar múltiples aspectos como la atención, la memoria, la inhibición, el lenguaje, la motricidad,  y es por eso que necesita de tiempo y práctica constante, que primero se da con ayuda de los adultos y cuidadores. La corregulación se da en la medida que los niños y niñas aprenden a regularse con los demás; luego gradualmente son capaces de usar estas herramientas de regulación de manera más independiente. 

            En el ámbito escolar, la corregulación es fundamental para aprender a establecer rutinas de estudio, organizar y planificar tareas escolares. También es esencial para el desarrollo de habilidades prácticas de la vida diaria como la higiene personal, la organización del tiempo y el manejo del dinero. En casa, la corregulación se manifiesta en la colaboración entre los padres de familia y sus hijos, para llevar a cabo tareas domésticas y cumplir con responsabilidades familiares. Finalmente, la corregulación emocional ayuda a los niños y niñas a manejar sus emociones de manera saludable, mientras aprenden a reconocerlas, entenderlas, nombrarlas y expresarlas por su propia cuenta. Entonces, ¿qué podemos hacer como padres y cuidadores para promover el desarrollo de la autorregulación?

              • En la vida diaria, modelar comportamientos es esencial. Somos ejemplo para ellos con nuestras acciones, mostrando cómo resolver problemas, organizarnos en casa, establecer hábitos y rutinas, manejar nuestras emociones y expresarlas de forma saludable y asertiva.
              • Fomentar la comunicación abierta es importante para promover en casa un lugar seguro para compartir, conversar y alentarlos a hablar sobre cómo se sienten frente a una situación, cómo se podría resolver mejor la próxima vez, y ofrecer apoyo cuando  sea necesario.
              • Establecer rutinas que proporcionen estructura y previsibilidad y ayude a los niños y a las niñas a sentirse seguros y tranquilos. También, establecer límites claros porque les enseña a controlar sus impulsos y comportarse en función de la situación, a entender lo que se espera de ellos en un respectivo lugar o actividad, y a quien pueden acudir en caso de necesitar ayuda.
              • Enseñar estrategias de afrontamiento implica técnicas como la respiración consciente, la visualización y el uso de objetos de contención. También es útil tener un rincón en casa dedicado a las emociones, ayudar a nombrarlas y validarlas, preguntar qué necesitan para sentirse bien, y motivarlos a encontrar soluciones por sí mismos.
              • Proporcionar oportunidades para la práctica con apoyo y orientación, pero también permitir que ellos experimenten las consecuencias de sus acciones, sientan la frustración y el fracaso, que asuman responsabilidades y tengan la posibilidad de elegir ciertas cosas de acuerdo a su edad y sus intereses.  
              • Celebrar los logros y el esfuerzo de manera explícita es clave. Reconocer los pequeños logros y ofrecer aliento, ayuda a mantener su compromiso y perseverancia, destacando lo que hicieron bien, su comportamiento adecuado, o la estrategia que usaron para manejar sus emociones.

              En resumen, la corregulación es el primer paso hacia la autorregulación efectiva. Es por esto que la autorregulación no es un destino final, sino un proceso continuo de desarrollo. Como padres y cuidadores somos guías en este camino, y por ello debemos recordar que nuestro ejemplo es una de las lecciones más poderosas que podemos ofrecer.

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              ¿Cómo hablar con los niños sobre salud mental?

              ¿Cómo hablar con los niños sobre salud mental?

              La salud mental es un aspecto fundamental que debe ser considerado y abordado de manera integral. Fomentar espacios de diálogo abierto sobre las emociones, interactuar con los hijos desde el reconocimiento de sus sentimientos y construir entornos seguros para su expresión.

              Yuliana Rodríguez

              Profesora de Mediación Pedagógica Primaria

              ¿Cómo hablar con los niños sobre salud mental?

              Probablemente todos los padres han vivido momentos con sus hijos en los que una pregunta o comentario los ha dejado sin respuesta, “bloqueados” y buscando a tientas la mejor opción. Estas situaciones pueden surgir, por ejemplo, ante preguntas o comentarios relacionados con la salud mental.  “Ansiedad”, “fobia” o “depresión” son palabras anteriormente poco utilizadas o directamente evitadas; no obstante, hoy en día forman parte de la cotidianidad y del vocabulario de nuestros niños. Por ello, es crucial mantenernos activos en la búsqueda de recursos que nos permitan saber cómo actuar y abordar el tema, cuando surja.

              La salud mental es un tema que ha cobrado relevancia en las conversaciones familiares, esto debido a aspectos como mayor acceso a la información, el uso de las redes sociales, la cobertura mediática y la reciente pandemia del COVID-19. Es notorio que el mundo se ha transformado. Las nuevas generaciones tienen unos requerimientos que demandan de los padres y adultos  habilidades e interacciones que pueden ser retadoras, pues responden a una realidad que posiblemente no esperábamos.  La psicóloga Lisa Damour explica que la pandemia dejó una sensación de angustia generalizada y fragilidad emocional en los niños, quienes requieren de adultos informados capaces de orientarlos respecto a lo que sienten y la mejor manera para expresarlo. Al respecto, más adelante se darán algunas recomendaciones para generar espacios de comunicación abierta con los niños y comprender como interviene la salud mental en el aprendizaje.

              Las estadísticas proporcionadas por organismos internacionales como la OMS y UNICEF dan a conocer la necesidad de abordar esta conversación. En 2021, la OMS estimó que alrededor de 1 de cada 5 niños y adolescentes entre 5 y 17 años experimenta algún trastorno mental, siendo los trastornos de ansiedad los más prevalentes, seguidos por la depresión. En América Latina y el Caribe, la prevalencia de la depresión en este grupo poblacional alcanzaba un 5,4%. A nivel nacional, es necesario considerar otros factores de riesgo como la baja disponibilidad de profesionales para atender estas situaciones. La asociación Colombiana de Psiquiatría menciona que en el país hay 120 psiquiatras infantiles, una cantidad muy baja para atender las necesidades de la población infantil. Lo anterior debe llevarnos a pensar que crear entornos protectores y favorecer la salud mental de nuestros niños debe ser una prioridad para las familias y que nunca es muy pronto para informarnos y saber cómo actuar. 

              En el informe “En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia” (UNICEF 2021), se sugiere abordar los temas de salud mental con los niños preguntándoles: “¿qué te preocupa?” Y a partir de ello establecer una conversación en la que la escucha activa y la validación de las emociones sean una constante. A continuación se enuncian algunas sugerencias para este momento:

              • Siempre tener presente la comunicación bidireccional; no se trata de dar una charla sobre las emociones sino de mantener un espacio de interacción donde ambas partes se sientan escuchadas y libres de expresarse. Mientras los niños están comentando cómo se sienten, evitar estar pensando en una solución o en el próximo comentario; ese momento se trata únicamente de escucharlos con apertura. 
              • Validar la emoción, es decir, permitirles sentir lo que sienten. Aunque estén transitando algo que probablemente no les gustaría que sintieran (miedo o tristeza, por ejemplo) no es recomendable minimizarlo o negarlo. En cambio, es bueno que lo expresen, poco a poco lo reconozcan y den un nombre.
              • Esforzarse por mantener la calma y comunicarse con apertura. Muchos de los padres de la actualidad no tuvieron este tipo de conversaciones con sus padres y culturalmente no estamos habituados todavía a hablar de lo que sentimos, por eso puede ser especialmente retador. Sin embargo, es fundamental que se haga un esfuerzo intencionado por conectar con las emociones propias y modelarlo para  los hijos. Los adultos en todos los casos siempre son el modelo de los niños.
              • Establecer límites. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor del libro Educar con sentido común afirma que la permisividad y la falta de límites son dos de los principales problemas en la crianza actual. Es importante tener presente que validar las emociones y escuchar no es opuesto a decir “no”, ambas cosas son fundamentales para la salud mental de los niños.
              • Compartir experiencias propias que puedan nutrir la conversación. Mostrarse ante los hijos desde la vulnerabilidad, comunicando las emociones que en ciertos momentos transitaron. También es importante usar un lenguaje acorde a la edad.

              Tener estas conversaciones con los hijos puede no ser fácil, pero es una responsabilidad que se debe asumir como padres y cuidadores. Abrir las puertas a la comunicación honesta y abierta sobre la salud mental es fundamental para crear un entorno seguro donde los niños se sientan escuchados, comprendidos y empoderados. Este aspecto guarda una estrecha relación con el aprendizaje, ya que los niños con buena salud mental poseen las herramientas y habilidades necesarias para enfocarse, regular sus emociones, desarrollar relaciones positivas y alcanzar su máximo potencial académico. 

              En definitiva, la salud mental es un aspecto fundamental que debe ser considerado y abordado de manera integral. Fomentar espacios de diálogo abierto sobre las emociones, interactuar con los hijos desde el reconocimiento de sus sentimientos y construir entornos seguros para su expresión, son acciones intencionadas que apuntan directamente al bienestar y el desarrollo pleno de nuestros niños.

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              Le damos la bienvenida a Margaret Mariño, artista seleccionada para la residencia en el Colegio Los Nogales. Es egresada de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia y actualmente cursa la Maestría de Estudios Culturales en la Universidad de los Andes.